H.R. GIGER Y ALIEN EN LA CDMX

Coira es una de las ciudades más antiguas de Suiza, con casi 5,000 años -sí, cinco mil-. Su nombre se deriva del celta Koira, “clan”. Se encuentra ubicada en el valle del Rin, rodeada de espectaculares montañas. En este sitio que fue el lugar de encuentro de las culturas latinas y germánicas, nació el 5 de febrero de 1940 Hans Ruedi Giger, también conocido como H.R. Giger, el diseñador de Alien.



Estudió en la Escuela Superior de las Artes de Zúrich. Comenzaría a trabajar como diseñador de interiores y poco después se dedicaría exclusivamente al arte. En sus primeras obras exploraría temas como las mutaciones provocadas por la radiación de una bomba nuclear. En plena Guerra Fría, un conflicto atómico entre la Ex Unión Soviética y los Estados Unidos era posibilidad latente.

En 1968 publicaría alguno de sus primeros trabajos y participaría en el cortometraje Swiss made 2068, una surrealista obra en la que vemos el mundo a través de un ovalo.

La obra se H.R. Giger es mezcla de elementos orgánicos, sexuales en su mayoría, tales como esfínteres y órganos sexuales, y motivos mecánicos, mangueras, metal y balas. El mismo Giger definiría a este conjunto como “Biomechanik”, “biomecanoide”. Los demonios y la magia negra también tienen un espacio privilegiado en la obra del artista suizo.

En una cadena de eventos que iniciaría con una recomendación que Salvador Dali haría a Alejandro Jodorowsky, Giger comenzaría a trabajar con este último en una adaptación cinematográfica de Dune, la obra cumbre de Frank Herbert. Aunque este descomunal proyecto no llegaría a concretarse, le ayudaría a conocer al guionista Dan O’bannon, quien le invitaría a trabajar en Alien. Junto con el legendario Carlo Rambaldi, artista italiano de efectos especiales, crearía a la criatura espacial por excelencia, el Xenomorfo. En una entrevista Giger mencionaría que no tenía a quién preguntarle cuánto debía cobrar por participar en una película.

Giger también participó en las películas Alien 3, Species, Prometheus, así como en los videojuegos Dark Seed y Dark Seed II. Sus obras también abarcan la pintura y la escultura.

Hace unos días tuve la oportunidad de ser una de las primeras personas en entrar a la exposición “H.R. Giger. Solo con la noche”, ubicada en la Ciudad de México. Con más de 100 obras del artista suizo, provenientes tanto de colecciones privadas como del Museo H.R. Giger -localizado en Gruyères, Suiza-, es más que un destino obligado tanto para los amantes de su obra, como para toda aquella persona interesada en las expresiones culturales del Siglo XX.

La exposición nos recibe en un ambiente a oscuras, tal vez un poco más oscuro de lo que me hubiese gustado. Una fotografía de Giger, con un par de floreros contiendo rosas negras, hace las funciones de altar y muestra de respeto. En la misma sala encontraremos un “timeline” biográfico del artista.

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Entrar a la primera sala, donde están las esculturas, es entrar de lleno al mundo biomecánico. Seres híbridos, aterradores, pero a la vez hermosos colman la sala. Seres alados con sensuales labios. Serpientes que recuerdan a piernas femeninas mezcladas con seres acuáticos. Espejos triangulares que nos devuelven nuestro oscuro reflejo.



Encontraremos, también, una maqueta del Giger Bar -que actualmente tiene dos sucursales, Chur y Gruyères en Suiza-.

Sin embargo, la joya de la corona es el Giger dining table. Un soberbio conjunto de mesa y seis sillas atraen las miradas de todos. Los detalles, los materiales, los reflejos y la oscuridad hacen increíblemente tentador sentarse en una de esas biomecánicas sillas, aunque eso signifique ser echado fuera del evento. Mi acompañante, quién me invitó a la exposición, me dijo “imagínate la cena navideña en ese comedor”.

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Conforme avanzamos en las salas, ordenadas temáticamente, descendemos aún más en esa diabólica mente suiza. La mítica “Birth Machine”, una pistola que dispara fetos que a su vez van armados con pistolas, como si fuese un fractal, está presente.

En la sala “Magia y Ocultismo” nos encontraremos con un mural que tiene a Baphomet. Es intrigante, es abrumador, es sobrecogedor.

 

En otro de los murales, veremos a un grupo de seres deformados que habitan una ciudad de ciclópeos edificios negros. La cantidad de elementos en todas las obras de Giger es fascinante. Al principio no se notan tanto, pero conforme uno las ve, estos brotan como si fueran oleadas inacabables.

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Aunque no me considero alguien que se escandalice fácilmente, debo confesar que la obra “Satan” sí me impactó. El mismísimo príncipe de las tinieblas sosteniendo a Cristo crucificado como si fuera una resortera, mientras apunta a la cara del espectador.

La sala erótica, con una cortina roja cubriendo la entrada y una advertencia sobre la naturaleza del material allí expuesto, contiene obras de sexo explícito que no dejan nada a la imaginación. Muestran puntos de vista y encuadres que no había pensado antes.

Conforme avanzamos por las salas vemos las diferentes etapas por las que ha pasado el artista. No obstante, un elemento está siempre presente, su extraordinario manejo del aerógrafo, instrumento que utilizaría ampliamente a lo largo de su carrera.



ALIEN

Después de pasar por las obras que realizó en el periodo en el que vivió en Nueva York, cuya ciudad representó como una monstruosa metrópolis, llegamos a la sala que yo ansiaba ver. La que está dedica a Alien.

Una majestuosa escultura de metal del Xenomorfo, utilizada como inspiración para Alien 3, reina el lugar. Contemplo cada uno de sus detalles, las manos del Ser, entre cuyos dedos doblados salen garras parecidas a sables. La boca, muy parecida a labios femeninos. La icónica cabeza sin ojos. La cola rematada en una navaja. El Xenomorfo está en cuatro patas, y aún así mide más de 2 metros de longitud. Ver a un ser vivo así, de pie, debe ser sinónimo de locura instantánea.

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En las paredes de la sala hay bocetos, portadas de libros y una pequeña escultura del chestbuster, el rompepechos, pero este es diferente. Es como un niño cuyos brazos y piernas miden lo mismo.

A unos metros del Xenomorfo encontraremos, resguardada dentro de una caja de acrílico, la cabeza prop utilizada en la primera película de la saga Alien (Scott, 1979). La mítica doble boca está allí. Mucho se ha rumoreado de que usaron un cráneo humano real para construirla. No puedo dejar de tomarle fotos. Una pieza de la historia de la ciencia ficción cinematográfica está frente a mí.

Finalmente, entramos a la última sala, donde exhiben fotos de la producción de Alien. Entre ellas podremos ver a Giger durante el proceso de creación del traje, así como la etapa del maquillaje de Bolaji Badejo, quien dio vida a la criatura. Así mismo, encontraremos fotos de Ridley Scott en el set de producción y de la mítica Sigourney Weaver.

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Termina la exposición

Abandonamos la exposición con ganas de seguir en ella. Es indudable que regresaremos. Necesitamos hacerlo y volver a ver, ahora con más atención, cada una de las obras de H.R. Giger, quien lamentablemente dejó este plano de existencia el 12 de mayo de 2014.

Como mencioné al principio, esta exposición en un must. Es una visita obligada al mundo biomecánico. Aterrador, pero hermoso a la vez.



A pesar de que ya pasaron algunos días, sigo pensando en esa exposición. Sigo pensando en esas imágenes, en esas esculturas, en ese mundo. Un mundo que quiero volver a ver.

“H.R. Giger. Solo con la noche” estará en la Ciudad de México hasta el 31 de marzo de 2020.